jueves, 27 de marzo de 2014

LA ANFITRIONA PERFECTA



He de reconocerlo: ¡ me encanta ejercer de anfitriona!

Cuando invito a familia o amigos a casa a cenar, me gusta que se sientan especiales. Me gusta sentarlos a la mesa y que disfruten, al menos durante ese corto espacio de tiempo, de que alguien los mime y los haga sentir cómodos. Aunque cada vez son menos frecuentes las cenas en casa, desde que tuve mi propio hogar, mi casa se convirtió en lugar de encuentro y desencuentro para amigos y familiares. Cualquier persona que venía a casa era atendido como se merece. Y ahora que estoy estudiando el tema del protocolo me doy cuenta de que algunas cosas siempre las hice bien de forma natural.

Por ejemplo: para mí es impensable no acompañar al invitado, por muy coleguita que sea, hasta la puerta de mi casa  para despedirlo (y a veces, la despedida llegaba hasta el coche, sobre todo si había niños de por medio).

Permitir que mis invitados se levanten de la mesa y me ayuden a recoger es otro impensable: ¡ya recogerán en su casa, porque aquí son “mis” invitados!

Y ¿A quién se le ocurriría recibir a sus invitados a una cena con chanclas y bermudas (siempre y cuando no fuera en la piscina. Ayyy, que afortunados esos)? ¿O colocar en la mesa un mantel sucio y arrugado?

Con esto quiero decir que a veces, el protocolo es tener un  poco de educación y un  mucho de sentido común. No es que uno tenga que aprenderse un manual completo desde el índice hasta el final. En algunos casos hay que memorizar y asimilar unos conocimientos hasta entonces desconocidos para después ponerlos en práctica, pero otros, son solo unas pautas básicas y lógicas que harán de ti un buen anfitrión.


Y todo esto que lo haces en la intimidad de tu casa con tus invitados es ampliable a tus relaciones laborales o empresariales.



Agradar a un cliente es como agradar a tu amigo en casa: recibirlo en la puerta con un saludo afectuoso, ofrecer la mejor imagen de ti mismo, presentar al resto de personas,  ofrecerle asiento, mantener una conversación agradable y distendida (nada de asuntos espinosos que os puedan disgustar tipo política, fútbol…), acompañarlo a la salida….


En fin, que a veces, unas mejoras de nuestros conocimientos sociales y la aplicación de unas sencillas normas harán de nosotros los mejores anfitriones del mundo, dentro y fuera de nuestro hogar.

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